¿Comes cuando no tienes hambre? ¿Tienes apego a algún
alimento recurrente? ¿Te alimentas para nutrir algo más que tu cuerpo?
Nuestros hábitos nos hablan con la única esperanza
de que hagamos una parada en el camino y les prestemos la atención que
requieren. Cuando comes
sin tener hambre estás utilizando la comida como una droga, lidiando con la
pérdida, la enfermedad, el aburrimiento, el rechazo, la tristeza, la soledad o
el vacío. La comida no es más que la intermediaria, el medio para lograr un
fin: cambiar nuestras emociones en vez de pararnos a escucharlas.
A continuación os presento un artículo basado en las ideas
del libro La alimentación y las emociones de Montse Bradford y Cuando
la comida es más que comida de Geneen Roth. Si el camino que quieres
escoger en tu vida es el de conciencia en lugar del de la huida, estas líneas
son para ti.
Dietas, adicciones y el conocimiento del yo
No existen apegos alimenticios, existen carencias energéticas.
Somos energía, nosotros y lo que nos rodea. A veces se trata de una energía más
densa que podemos ver y tocar (nuestro cuerpo físico); otras energías son más
sutiles y podemos percibirlas pero no verlas (nuestro cuerpo emocional y
mental).
Existen tres cuerpos que conforman el yo: el físico, el
emocional y el mental. Es importante que estos tres cuerpos estén en armonía y
trabajen para un mismo fin, si cada uno va por caminos diferentes y desea cosas
distintas, sólo conseguiremos que reine el caos y la confusión. En el fondo de
esta pirámide (o iceberg freudiano) está nuestro yo más profundo que debemos
aprender a conocer. Con el conocimiento energético de los alimentos y de las
necesidades de nuestros cuerpos se genera sabiduría y libertad de acción. Entender el por qué de nuestros deseos nos aporta equilibrio
y comprensión.
El desconocimiento de alguno de nuestros planos provoca
desequilibrios, un claro ejemplo es el de las dietas. ¿Por qué fracasan la
mayoría de las dietas? En palabras de Geneen Roth “la dieta más infalible resulta un gran fracaso porque dentro
del nuevo cuerpo continua estando el mismo corazón roto”. El hambre emocional nunca se puede resolver en el plano
físico, “siempre que quieres comer cuando no tienes hambre o que no
quieres dejar de hacerlo cuando ya estás llena, sabes que está pasando algo que
requiere tu atención y afecto”. El utilizar los alimentos como tapadera o la
adicción a la comida no son más que una meta, un anhelo, un intento, de
conectar con ese lugar que está íntegro, crear ese momento en el que te dices a
ti mismo: “quiero paz, tranquilidad, olvidarme de todo por un momento”.
El cuerpo físico
El cuerpo físico es el que vibra de forma más lenta de los
tres, por eso podemos velo y tocarlo. Necesita tiempo para hacer cambios, lo
que hoy le pasa a nuestro cuerpo físico no es el resultado de las acciones de
ayer ni de la semana pasada sino que tarda años en mostrarlo.
Hay que darle a cada cuerpo el tipo de vibración que
necesita, al cuerpo físico hay que darle alimentos físicos, primarios,
naturales y cocinados de forma sencilla. La autora y terapeuta emocional Montse
Bradford nos propone las siguientes indicaciones para nuestra comida principal
del día:
¿Qué sucede cuando un grupo de estos ingredientes no está?
- Una clase de cereal integral en grano
- Una clase de proteína (legumbres, tofu, tempeh, seitán o pescado)
- Un alga
- Una cocción larga de verduras de raíz y redondas, que nos proporciones la dulzor natural que necesitamos
- Una verdura verde, cocinada muy ligeramente para que nos dé la depuración que nuestro hígado necesita, además de proporcionarnos frescor, fibra, calcio, clorofila, hierro y textura crujiente
- Una pequeña porción de semillas o frutos secos, germinados y pickels (verduras fermentadas naturales
La carencia de cereales (carbohidratos), que son los
encargados de generar vitalidad, energía y tonicidad a nuestro sistema
nervioso, hará que por la tarde nos sintamos ansiosos, con fata de energía,
desconcentrados, con ganas de tomar bollería, galletas, chocolate o algún
azúcar rápido para compensar la carencia del cereal.
La carencia de proteínas hará que por la tarde deseemos algo
que nos llene, según la persona puede que le apetezca tomar chocolate, frutos
secos, patatas fritas...
La carencia de algas (verduras del mar que tonifican nuestro
sistema nervioso y circulatorio, además de remineralizar los huesos y
alcalinizar nuestra sangre), generará apego a ciertos alimentos salados para
compensar la deficiencia de minerales en nuestro cuerpo, tales como el jamón,
los embutidos, quesos, snacks salados, sal cruda por encima de las comidas...
La carencia de verduras de raíz y redondas cocinadas en
cocciones lentas (puesto que son las encargadas de aportarnos el dulzor natural
que necesitamos y que nos hacen sentir más relajados y menos ansiosos) hará que
busquemos ese dulzor en otros alimentos menos sanos como la bollería
industrial, los postres, las galletas o el chocolate.
La carencia de verdura verde, necesaria para depurar el
hígado y la vesícula biliar, hará que nos sintamos bloqueados, tensos, con mal
humor, más agresivos e irritables.
El cuerpo emocional
El cuerpo emocional es un cuerpo al que la mayoría teme
conocer, de niños nos educaron más en los libros que en las emociones y ahora,
de adultos, cuando no entendemos lo que pasa tendemos a “taparlo” en vez de
indagar en nosotros y buscarle un por qué.
No podemos ver el cuerpo emocional, pero sí sentirlo, y
cuando está en desequilibrio puede alterar todas nuestras funciones, tanto
mentales como físicas. La palabra emoción en ingles es emotion, (e-motion) que
es energía en movimiento. Nuestras emociones son
energías en movimiento que pueden hacernos felices o hundirnos. Tenemos
que aprender a escuchar a nuestro cuerpo emocional, saber qué pautas de comportamiento
tenemos cuando estamos decaídos o cuando estamos bien, depurarlo, alimentarlo y
honrarlo a diario.
¿Qué clase de alimento satisface a tu cuerpo emocional?
Escuchar música, pasear, pintar, meditar, estar en contacto con la naturaleza,
sentir el afecto de tus seres queridos... cada persona es única y tiene que
encontrar su forma. Al igual que al cuerpo físico lo alimentamos un mínimo de
tres veces al día, el cuerpo emocional también debe nutrirse a diario porque es
en el caso de desnutrición cuando utilizamos la comida como anestesia.
A continuación expongo una clasificación extraída del antes
citado libro de Alimentación y emociones de Montse Bradford, sobre
alimentos extremos que nos generan emociones de agresividad, ira, impaciencia,
inflexibilidad (cuando se ve afectado el hígado y la vesícula biliar);
preocupaciones, exceso de pensamientos, apego al pasado, falta de autoconfianza
y victimismo (cuando se ven afectados el estómago, el bazo y el páncreas);
miedos, falta de coraje, estar cerrados a experiencias nuevas (cuando afectan a
los riñones y la vejiga), y emociones cerradas, estancamiento de energía, falta
de comunicación y aislamiento (cuando afectan a los pulmones).
- Energía extrema yin: Energía centrífuga, expansiva, vibración muy rápida, genera evasión, dispersión , desconcentración, adrenalina y debilidad del sistema nervioso, óseo, circulatorio y endocrino. Los alimentos que la generan son las drogas, alcohol, estimulantes (té, café, bebidas gaseosas azucaradas), azúcares y levaduras artificiales (azúcar blanco, moreno, bollería, chocolate, miel, pastelería...), algas de lago (agar-agar, espirulina, klamath), lácteos blandos, leche de soja, tofu crudo, hierbas aromáticas, frutas tropicales o locales muy expansivas (plátano, piña, mango, aguacate coco, papaya...), verduras solanáceas.
- Energía extrema yang: Energía centrípeta, acumula, bloquea, peso denso, calor, vibración muy lenta y profunda, bloquea órganos y sistemas. Los alimentos que la provocan son las aves, carnes y grasas saturadas, quesos secos y salados, huevos, embutidos, jamón, pizzas y horneados, condimentos salados (miso, salsa de soja, tamari...), sal.
- Energía moderada (de uso diario): endulzantes moderados naturales, frutas secas locales, frutas frescas locales y de temporada, semillas y frutos secos, verduras locales y de temporada, algas de mar (kombu, wakame, nori, espaguetti de mar), leguminosas y proteínas vegetales, cereales integrales y pasta integral, pescado y marisco.
El cuerpo mental
Los pensamientos son una creación propia. Nada ni nadie
tiene poder sobre nosotros más que el que queramos darle con nuestros
pensamientos. Cada uno tiene su mapa propio de la realidad, no hay dos mapas
iguales, y es importante tener siempre en cuenta que el mapa no es el territorio.
Según sea la calidad de nuestros pensamientos, así serán
nuestras acciones y la calidad de nuestras acciones alimentará nuestros
pensamientos convirtiéndose este ciclo en el eterno pez que se muerde la cola.
Nuestro cuerpo mental es el más rápido de todos, vibra a tal
velocidad que no podemos verlo, va a la velocidad del pensamiento. Nuestra
mente también se ve influenciada por lo que decidimos comer o beber. Sabemos
bien qué substancias con reacciones extremas (alcohol, azúcar, drogas, etc.) nos
generan reacciones caóticas de dispersión y evasión, sin dirección ni orden.
Habrá mucho movimiento en nuestras mentes, muchas ideas, pero difícilmente
estaremos en condiciones de consolidarlas.
Al mismo tiempo, para recuperar nuestro centro necesitamos desprendernos
de viejos hábitos y pensamientos basados en una conciencia limitada, falsa e
ilusioria causada por una identificación en exceso con nuestro ego, a partir de
la cual hemos creado apegos, debilidades y defectos.
Algunas sugerencias para empezar a conocer nuestro cuerpo
mental:
- Tómate tu tiempo y observa tus pensamientos preguntando a tu mente: ¿En qué piensas?, ¿Qué creencias te debilitan?, ¿Qué pensamientos positivos te dan fuerza?, ¿Qué sugerencia sencilla y práctica podría hacer para que te sintieras con más armonía?
- No te juzgues ni victimices
- Crea pensamientos positivos y de agradecimiento, no gastes en tiempo pensando en lo que no quieres y aprovecha esa energía para focalizar en lo que sí
- Tú controlas tu mente y no al revés, tenlo siempre presente
- El pasado quedó atrás y sólo tiene el poder que queramos darle. El presente es el resultado de las decisiones que tomamos en nuestro pasado. Empieza a cambiar ahora tu interior para escoger tu futuro
- Practica el silencio. El silencio es la puerta hacia nuestro ser que tarde o temprano todos tendremos que atravesar, ¿para qué esperar?
Laura Maroto
lauramaroto@creartemagazine.com
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