lunes, 6 de febrero de 2012

La Brújula, nº2

Feliz 2012 a todos, año que seguro vendrá cargado de luz, nuevos sueños y esperanzas. Quiero aprovechar estas líneas para darte las gracias por la amable acogida que ha tenido Crearte Magazine. Las más de 11.000 visitas, además de vuestras palabras de ilusión y gratitud, son las que nos hacen estar trimestralmente otra vez aquí.
Empezamos el año con energía y un número lleno de oportunidades e ideas para guiarte en tu camino hacia el autoconocimiento.

Los artículos sobre ecología emocional, metáforas para el cambio, feng shui y la rueda de la vida te aportarán nuevas estrategias y herramientas para tu trabajo personal.
En nuestra sección Cuerpo y mente encontrarás sugerencias para establecer una rutina saludable corporal, coaching postural, y mentalmente, creer es crear.

El apartado Coach? amplía fronteras hacia tres posibles ámbitos donde el coaching tiene una aplicación relevante y significativa: el paro, la adolescencia y la formación.

Crearte Magazine ha escogido para este número dos un reportaje central que nos anima a poner color a nuestro yo más profundo a través del pincel con la arteterapia; y un entrevistado que nos conduce hacia un esclarecedor paseo por el eneagrama y el sinsentido común de la sociedad, el emprendendor periodista, coach y escritor Borja Vilaseca.

Como siempre, tu colaboración es la que nos hace ser mejores día a día por lo que te recuerdo el mail crearnos@creartemagazine.com y nuestro blog http://creartemagazine.blogspot.com donde esperamos seguir recibiendo las peticiones y sugerencias que día tras día nos permitan estar más cerca de ti.

Quiero aprovechar estas líneas para recordarte que si lo que quieres es pasar a la acción y emprender un camino firme y seguro hacia tus metas, Crearte Magazine pone a tu disposición a nuestro equipo de coaches profesionales que te permitirán llevar a cabo un proceso que se adecue a tus objetivos individuales. La primera sesión es gratuita y sin ningún tipo de compromiso, encontrarás nuestros perfiles y contactos en la contraportada de la revista.

Dicho esto, te dejo con el segundo número de Crearte Magazine (www.creartemagazine.com) y deseo, de todo corazón, que lo disfrutes tanto o más que el primero. Un cálido abrazo.

Arteterapia, la sanación del pincel


Hay ocasiones en las que las palabras no son suficientes a la hora de expresar todo aquello que sentimos, no llegan a representar la totalidad de nuestras ideas o aquellas emociones que están en nuestro interior y necesitan ver la luz. Es en estas ocasiones donde el arte aparece como magia para ayudar a que fluyan todos esos aspectos íntimos con la tranquilidad y seguridad del lienzo o la expresión artística que elija para la ocasión.

¿Por qué arte y por qué terapia?

El arte ha acompañado al ser humano desde el comienzo, siempre ha sido una herramienta para tratar de entender el mundo que nos rodea. Los niños son quienes saben aprovechar mejor esta forma de expresión y el dibujar tiene un rol de suma importancia en el desarrollo evolutivo. Desafortunadamente el arte tiende a intelectualizarse tanto que se deja de lado la creatividad y se sustituye por expresiones como “yo no entiendo de arte” o “yo no sé pintar” olvidando que la creatividad es innata en todo ser humano.
El arteterapia es un tipo de terapia artística que consiste en el uso del proceso artístico con fines terapéuticos. Parte de la idea de que tanto los problemas cognitivos como las inquietudes psicológicas y emocionales pueden ser trabajadas por parte de la persona mediante la producción artística. Para ello, pone a disposición diferentes disciplinas artísticas, a escoger según la situación terapéutica que se esté atravesando: plástica, dibujo, pintura, música, teatro, danza, etc.
En arteterapia la producción artística ayuda a restablecer la capacidad natural del individuo para relacionarse consigo mismo, expresar lo que siente y ser partícipe del mundo que le rodea. Se basa en l expresión y consecuente comprensión de uno mismo.
La Asociación Profesional Española de Arteterapeutas (ATE) define arteterapia como una profesión de ámbito asistencial que se caracteriza por el uso de medios y procesos artísticos para ayudar a contener y solventar los conflictos emocionales o psicológicos de las personas.
En arteterapia, el proceso de creación artístico y los objetos resultantes actúan como intermediarios en la relación terapéutica, permitiendo que determinados sentimientos o emociones conflictivas encuentren vías de expresión complementarias o alternativas a la palabra.

¿Cuáles son sus orígenes?

El ser humano ha empleado el arte como modo de expresión incluso antes de que apareciera el lenguaje verbal. “Desde los inicios del ser humano, con las pinturas rupestres, el arte ha sido una forma de expresar y de comprender nuestro entorno”, explica Sally Schofield, Presidenta de la Asociación Profesional Española de Arteterapeutas (ATE, www.arteterapia.org.es) y una de los vicepresidentes la de Federación Española de Asociaciones Profesionales de Arteterapia (www.feapa.es).
Desde los inicios el arte es una herramienta mediante la cual el hombre se expresa, conecta con su ser plasmando y elaborando sus sentimientos y por tanto tomando conciencia de sus dolores físicos, emocionales o existenciales. El ser humano encuentra en el arte una forma diferente de bucear dentro de nosotros mismos, de llegar y explorar nuestros lados más profundos e integrar así su parte mental, física, emocional y espiritual.
En la Antigüedad Clásica se descubrieron las propiedades terapéuticas del arte y los beneficios de practicarlo para conseguir el equilibrio general del ser humano y la elevación de la consciencia. En el siglo XIX un grupo de psiquiatras europeos comenzaron a interesarse por las obras artísticas de pacientes mentales. En ese momento, destaca especialmente la aportación de Hans Prinzhorn, psiquiatra vienés, que consideraba la motivación creativa como una motivación básica de la especie humana, y que toda la creación albergaba un potencial de autosanación.
“Adrian Hill, un artista y profesor británico, acunó el termino “Art Therapy” en 1942. Descubrió el beneficio terapéutico de dibujar a nivel personal mientras se recuperaba de tuberculosis en un sanatorio durante la segunda guerra mundial”, explica Sally. Posteriormente, comenzó a compartir con los otros enfermos, los reconfortantes efectos de su actividad creativa en aquellas épocas tan angustiantes. Según parece, algunos de los pacientes comenzaron a dibujar y a pintar las terribles escenas de muerte y desolación que habían vivido en el frente; estas pinturas les servían para poder comunicar su sufrimiento y sus temores. En 1943 publicó su primera obra Art as an aid to illness: an experiment in occupational therapy, y en 1945, Art versus illness.
A partir de entonces, se suceden los trabajos y las investigaciones sobre el tema. Una de las pioneras de la sistematización del arte como terapia, la norteamericana Edith Kramer, publica en 1958, su libro Terapia a través del arte en una comunidad infantil, en el que nos ofrece las primeras definiciones y consideraciones de esta “nueva profesión”. Relata la interesante experiencia de rehabilitación, a través del arte terapia, practicada con niños problemáticos de barrios marginales de Nueva York, en un centro educativo de internamiento.

Arteterapia como profesión

En Estados Unidos y Gran Bretaña la profesión de arteterapia tiene un recorrido de más de 60 años y está regulada y reconocida por el Estado. En Alemania el arteterapia está cubierta por las mutuas para tratar ciertas dolencias o trastornos. En España no es una profesión regulada por el Estado y no existen parámetros para poder ejercer. Actualmente la ATE y otras asociaciones profesionales que forman parte de la FEAPA (Federación Española de Asociaciones Porofesionales de Arteterapia) promueven la investigación en arteterapia y la formación continua de profesionales que desarrollen la profesión en España porque, curiosamente y a pesar de la falta de reconocimiento estatal, la demanda de arteterapia ha aumentado de forma increíble en los últimos 5 años.
Para ser arteterapeuta es importante tener una formación artística de base y conocer bien los materiales/métodos con los que trabaja, en palabras de Sally: “es importante que el terapeuta tenga mucho conocimiento y confianza con los materiales para así, si es necesario, poder darle al paciente el apoyo que necesita y sostenerle en los momentos de incertidumbre”. La formación en arteterapia cuenta también con una amplia formación psicológica, además de combinar teoría con trabajo experiencial y prácticas en clínicas. En la página web de la BAAT (la Asociación Británica de Arteterapeutas) se pone de manifiesto la necesidad de madurez y flexibilidad de las personas que quieran formarse y ejercer como arteterapeutas.

Aplicaciones del arteterapia

El arteterapia ofrece la posibilidad de trabajar con cualquier colectivo, especialmente con personas que tienen problemas a la hora de expresarse a nivel verbal. Los campos de aplicación se extienden desde la salud y la educación hasta la asistencia social; veamos algunos ejemplos:

  • Salud física
  • Salud mental
  • Servicios penitenciarios y forenses
  • Servicios públicos y privados para niños, adolescentes, adultos y personas de edad avanzada- Educación
  • Cuidados paliativos
  • Servicios para problemáticas relacionadas con las drogas
  • Servicios sociales
Los tratamientos pueden ser individuales o grupales, breves (de pocas sesiones) o durar años, según las necesidades particulares de la persona.

¿Cómo se lleva a cabo una terapia de arteterapia?

“El proceso parte con una entrevista inicial”, nos explica Sally, “En esta entrevista se habla sobre el entorno de la persona, sobre sus necesidades y lo que espera obtener de la terapia. Una vez realizada la entrevista propongo realizar unas cuatro sesiones para ver cómo se siente el paciente con este tipo de terapia, siempre a la misma hora y el mismo día de la semana para proporcionar un espacio que le genera seguridad: saben cuando es, cuándo empieza y cuándo acaba. Tras estas cuatro sesiones, de una hora de duración, se llega a un acuerdo terapéutico entre el profesional y la persona”.
“Las sesiones se dividen en tres fases. La primera es el saludo inicial: permitir que el paciente entre en la sesión, se sitúe; la segunda es el desarrollo creativo artístico, donde la persona explora los materiales y crea; la última fase es la de reflexión sobre lo que han hecho, para mí es la más importante, en la cual se elabora el proceso vivido”, remarca la arteterapeuta.
“Se establece un diálogo entre paciente y terapeuta, en el que el terapeuta tiene mucha cautela a la hora de interpretar, dejando que el paciente lleve la voz cantante. Cuando hay dificultad para ponerle palabras a una situación personal el dibujo quita la presión de hablar de uno mismo y además es algo material que acompaña al paciente a lo largo de su proceso y que le ayuda a focalizar”.
“Cada sesión es muy distinta, en ocasiones el paciente en la hora de sesión apenas tiene tiempo de crear, hay otras veces que cinco minutos son suficientes y hay veces en las que no crea nada”, añade Sally que nos explica casos en los que sus paciente han llegado a pintar con los ojos cerrados como estrategia para eliminar la presión de tener que crear algo bonito.
No se juzgan las imágenes a nivel estético pero muchas veces aparecen imágenes muy bellas justamente porque en un ambiente sin juicio la persona puede dejarse llevar. En los tratamientos grupales de personas con limitaciones físicas y un nivel alto de dependencia en su vida diaria, resulta muy gratificante verse capaces de crear algo y sentir como esto les devuelve su individualidad. “Una mujer de 60 años sufriendo una enfermedad degenerativa que le estaba robando la vista, entre otras habilidades, pintó un clavel enorme de acuarela. La vitalidad de la imagen impactó al grupo y a ella le dio mucha afirmación de su valor”, explica la presidenta de la ATE.

Para más información podéis consultar:

Autorretrato: Borja Vilaseca


Borja Vilaseca, periodista especializado en liderazgo, valores y desarrollo organizacional, y autor de los libros Encantado de conocerme, El principito se pone la corbata y su recién estrenado El sinsentido común.
No os creáis nada de lo que leáis en esta entrevista. Como bien sabéis, la sociedad ya nos ha vendido muchas creencias acerca de quiénes hemos de ser, cómo hemos de comportarnos y de qué manera hemos de entender y relacionarnos con la vida. El resultado de este proceso de condicionamiento, al que hoy por hoy se le sigue llamando “educación”, es el sinsentido común en el que vivimos en la actualidad.

¿Podrías definirnos brevemente qué es el “sinsentido común” de la sociedad?

En mi opinión, el sinsentido común está representado por dos rasgos principales: la ignorancia y la inconsciencia. Es decir, la ignorancia de no saber quiénes somos, cómo funcionamos y qué necesitamos realmente para ser felices; y la inconsciencia de no querer saberlo, de resignarnos a llevar una vida prefabricada, de segunda mano. Tanto es así, que la mayoría de nosotros no sabemos cómo ser felices por nosotros mismos, sin necesidad de estímulos externos. De ahí que nos hayamos conformado con sucedáneos de la felicidad, como el placer, la satisfacción, la euforia de tener cosas. Para mí, la felicidad quiere decir 0% sufrimiento; es un estado interior de conexión profunda con uno mismo. Sin embargo, dado que solemos tener tanto miedo a mirar hacia a adentro y cuestionar nuestras creencias, vivimos con una noción muy equivocada de nosotros mismos, de quiénes somos y de qué es la vida, que tiene mucho que ver con el proceso de educación, que más que educación es una cadena de montaje para convertirnos en consumidores y empleados que perpetúen el sistema económico en el que nos estamos “desarrollando”.

Para ti, la moral y la ética son dos cosas diferentes. De hecho, defines ética como “dar lo mejor de nosotros mismos frente a cada situación”, ¿cómo podemos saber qué es lo mejor para nosotros y para los demás?

En mi proceso de autoconocimiento me he dado cuenta de que la moral tiene que ver con la percepción egocéntrica, subjetiva, de la realidad. Tiene mucho que ver con este condicionamiento y con este infantilismo, en el sentido peyorativo de la palabra, predominante en la sociedad. Las cosas no son buenas ni malas. Las cosas son como son. Los juicios morales están en nuestra mente, no en la realidad. Eso sí, más allá de nuestra manera de interpretar la realidad, lo que sí es cierto es nuestra actitud y nuestras decisiones tienen consecuencias. Por otro lado está la ética y la ética no puede enseñarse, tú puedes decirle a tu hijo: “no hagas esto que está mal” pero esto es una imposición moral, le estás obligando a que se comporte de una determinada manera. De hecho, se suele premiar o castigar a los hijos para que actúen tal y como los padres han considerado que estos tienen que actuar. Sin embargo, la ética es hija de la consciencia y de la sabiduría. Se trata de una actitud que siempre te beneficia a ti pero beneficia también a los demás y al entorno. Por ejemplo, echar una bronca no es algo bueno o malo, tiene consecuencias muy nocivas y destructivas para el que la emite y potencialmente para el que la recibe. Cuando echas una bronca, cuando te enfadas, es como si te tomaras un chupito de cianuro. La persona no echa una bronca porque sea mala persona, sino más bien porque es ignorante. Es decir, porque ignora las consecuencias que tiene echar una bronca sobre su propio organismo. Esta persona dejará de echar broncas cuando se conozca a sí misma, sepa liderar sus pensamientos, sepa cómo gestionar el error de otras personas de forma más madura y eficiente y la ética nacerá como consecuencia de esa sabiduría, dejará de echar bronca no por ser bueno ni malo sino porque comprenderá que se trata de una conducta muy ineficiente, que le hace daño a sí mismo y potencialmente fomenta una relación nociva con otras personas. Es a través de esta sabiduría que dejará de echar broncas a los demás. Así, no se trata de promover una educación basada en la moral, sino en cultivar el autoconocimiento y la sabiduría, de manera que la ética surja de forma natural como resultado.

Si la muerte de un ser querido, el que te deje tu pareja o que te echen del trabajo son “procesos” (entendidos como algo que tiene principio y solución), ¿qué es entonces un problema?

En la realidad, en nuestras circunstancias, en nuestras vidas, no existen los problemas. Los problemas existen en nuestra mente y en nuestra manera de mirar la realidad. Por ejemplo, se muere una persona, eso no es un problema, eso es un proceso: esa persona vivía, ha dejado de vivir, eso es un proceso, los procesos tienen un inicio y un fin. Otra cosa es que a mí como ser humano no me gusta que se haya muerto esa persona, me gustaría que siga viviendo y es totalmente legítimo, ¿entonces qué pasa? Cómo yo no sé lidiar con eso, como yo no sé gestionar emocionalmente eso porque nadie me ha educado para ello, yo convierto ese proceso en un problema y al convertirlo en un problema sufro porque lucho, entro en conflicto, no lo acepto, pero eso no cambia el proceso, a la vida le da igual que tú estés so no de acuerdo, las cosas pasan. El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.
En la vida lo que hay son procesos, y todo el mundo está en su propio proceso, entonces la idea es comprender la naturaleza del proceso, convivir con él, ¿cómo? Aceptándolo. Aceptarlo no quiere decir estar de acuerdo con lo que pasa es, simplemente, no luchar. En este sentido, un problema es cualquier situación que provoca que nos perturbemos a nosotros mismos. La raíz de nuestro sufrimiento no tiene nada que ver con lo que nos pasa sino con lo que hacemos con lo que nos pasa. Si tú conviertes el proceso en un problema no aprendes nada y ese es el gran drama de la vida, no aprender de lo que nos pasa, no poder dar las gracias al aprendizaje derivado del proceso. Principalmente porque aquello que no somos capaces de comprender y aceptar es la única causa de nuestro sufrimiento. Cuanto mayor es nuestro aprendizaje, mayor es nuestra comprensión y así es como poco a poco, a través de un proceso, dejamos de perturbarnos a nosotros mismos al interactuar con las situaciones que nos toca hacer frente.

Nos hablas del miedo, el autoengaño, la narcotización, la resignación, la arrogancia, el cinismo y la pereza como los 7 pecados prefabricados que garantizan la parálisis psicológica de la sociedad ¿Cómo podemos combatirlos?

Creo mucho en la inteligencia, en el potencial, en la capacidad de que cada ser humano, por medio de un proceso, sea su propia fuente de bienestar, que encuentre dentro de sí mismo la manera de lidiar con sus circunstancias de una manera más sabia y eficiente. Puedes tener un montón de referentes pero llega un momento en el que tú tienes que ser tu propio referente, seguirte a ti mismo. Dicho esto sí que es verdad que se han descubierto una serie de mecanismos de defensa que fomentan esta parálisis individual que es la raíz de la parálisis colectiva. Es la fábula del perro que está sentado sobre un clavo y le duele mucho, se victimiza y le dicen: “oye, ¿por qué no te levantas?”. Y el perro contesta, resignado: “Porque no me duele tanto como para hacer el esfuerzo de levantarme”. Lo que está claro es que en la mayoría de los casos la gente no empieza un proceso de autoconocimiento hasta que su nivel de malestar, de sinsentido, de vacío, es superior a su miedo al cambio. Como consecuencia del miedo aparecen un sinfín de excusas y autoengaños que nos damos a nosotros mismos y también mecanismos como la narcotización, la arrogancia, el cinismo, la pereza… En el fondo, todo esto pone de manifiesto nuestro profundo terror a cuestionar las creencias con las que hemos creado el personaje tras el que nos protegemos de los demás y de la realidad. Lo cierto es que la mayoría de nosotros vive detrás de una máscara; eso sí, se trata de un comportamiento inconsciente. No en vano, la gran mayoría ignora que su personalidad no es su verdadera esencia, por eso hay tanto vacío existencial, tanto sufrimiento.

¿Y cuál es el camino para combatir estos 7 pecados prefabricados, para alcanzar el cambio?

En primer lugar, comentar que hay tantos caminos para comprender la verdad que nos libera de este encarcelamiento psicológico como seres humanos hay en este mundo. Lo que todos estos caminos tienen en común es el autoconocimiento. Lo que sucede es que hoy en día la industria de la autoayuda está cobrando mucho protagonismo, se está poniendo de moda y están apareciendo coachs y gurús por todas partes. De hecho, cada vez más personas saben lo que es un coach pero muy pocos saben exactamente para qué sirve. En mi opinión, considero que falta que entre todos hagamos una sana autocrítica de este sector emergente para que no se prostituya del todo. Por eso es imprescindible preservar el escepticismo y el pensamiento crítico. No hemos de creernos nada de lo que nos digan, ni idealizar a nadie ni a nada. No creo ni en los dogmas ni en los gurús. La sabiduría está dentro de nosotros mismos. Lo que sí puede facilitarnos este proceso de aprendizaje es encontrar seres humanos que hayan recorrido parte de este camino y que humildemente nos acompañen un rato, haciéndonos de espejo para que podamos ver reflejada la mejor versión de nosotros mismos. En esencia, de lo que se trata es de experimentar el aforismo “conócete a ti mismo”. Principalmente porque conocerse a uno mismo es una experiencia en sí misma transformadora. No importa si lo haces a través del Coaching, del Eneagrama, de la PNL, etc… Lo que importa es que sintamos que estás herramientas, así como las personas que las comparten con nosotros, estén a nuestro servicio, verificando que este proceso de aprendizaje nos permite ir obteniendo resultados de satisfacción en las diferentes dimensiones de nuestra vida.

Para los que aún no hayan tenido tiempo de leerse tu libro, ¿podrías explicarnos un poco en qué consiste el nuevo paradigma?

La estructura narrativa de este libro representa las tres grandes etapas evolutivas que componen, potencialmente, nuestra experiencia como ser humano. Así, la primera parte del libro se centra en la “orientación al propio interés”. Básicamente es una descripción de los pilares que constituyen el denominado “viejo paradigma”. Es decir, la forma de pensar y de comportarnos con la que hemos sido condicionados por la sociedad, y que actualmente se encuentra en decadencia. Sobre todo porque genera resultados de insatisfacción, tanto en la dimensión personal (vacío y falta de sentido), en la relacional (lucha y conflicto con los demás) como en la profesional (monotonía, estrés e incluso sensación de esclavitud). Lo cierto es que hemos sido adoctrinados para vivir de acuerdo a unas determinadas creencias, valores, aspiraciones, prioridades, necesidades y motivaciones puramente materialistas. De ahí que la segunda parte del libro –la “orientación a la transformación”– sea una invitación a que nos comprometamos con nuestro propio autoconocimiento. En esencia, se explican las claves que posibilitan un cambio de paradigma. Esto es, un cambio profundo en tu forma de comprendernos y de relacionarnos contigo mismo y con los demás. Por último, la tercera parte se centra en la “orientación al bien común”. Y ésta vendría a ser una exposición, a grandes rasgos, de los cimientos que constituyen el llamado “nuevo paradigma”. Es decir, una nueva manera de pensar y de comportarnos más eficiente y sostenible. Principalmente porque genera resultados de satisfacción, tanto en la dimensión personal (plenitud y sentido), en la relacional (fluidez y armonía con los demás) como en la profesional (creatividad, entusiasmo y autorrealización). La finalidad de explicar este proceso evolutivo es que aumente nuestra comprensión sobre las causas y consecuencias que tiene orientar nuestra existencia a saciar únicamente nuestro propio interés. Y que comprobemos por nosotros mismos los beneficios de dedicar nuestra vida a la transformación y, en consecuencia, al bien común. Cabe decir que el mayor obstáculo para evolucionar como seres humanos y progresar como sociedad es apegarnos a nuestro actual sistema de creencias…

¿Y que es entonces la ley de Wurphy?

Se trata de una teoría popular cargada de victimismo, pesimismo y resignación, cuya finalidad es explicar los infortunios que forman parte de nuestro día a día. En esencia, establece que “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Y esta afirmación se aplica tanto a situaciones banales como a cuestiones más trascendentes. Así, por medio de la ley de Murphy tendemos a enfatizar aquellos hechos que nos perjudican o que directamente no nos benefician. Y esta es la razón por la que cada vez que una rebanada de pan untada con mantequilla se nos cae al suelo, la mayoría de nosotros tendemos a recordar más vívidamente las veces en que cae con el lado de la mantequilla hacia el suelo. Es decir, que solemos quejarnos cuando esto ocurre, pero no solemos acordarnos cada vez que cae del lado opuesto. O incluso de cuando ni siquiera se nos cae. Cabe señalar que esta percepción egocéntrica está en decadencia. Inspirados por la visión que promueve el nuevo paradigma, cada vez más seres humanos estamos empezando a regirnos por los principios que establece la denominada “ley de Wurphy”. Y ésta se basa en una simple premisa: “Aprender a vivir el misterio de la vida con asombro”. Y en base a esta toma de consciencia ya no damos nada por sentado. Es entonces cuando reconectamos con la alegría que nos produce sentir que estamos vivos y que formamos parte de la vida. Al percibir la realidad desde la óptica de la ley de Wurphy, entramos en un círculo virtuoso que nos lleva a potenciar el positivismo y el optimismo, encontrando cada día cientos de detalles cotidianos por los que sentirnos profundamente agradecidos. Así, la mayoría de nosotros dormimos sobre una cama y bajo un techo. A veces acompañados. Siempre calentitos. Tenemos acceso a agua potable. Y a ciertos lujos con los que mantener nuestra higiene. Encendemos el grifo y sale agua caliente a propulsión. Comemos cada día un mínimo de tres veces. Tenemos nevera. Y despensa. Etcétera, etcétera, etcétera… Según la ley de Wurphy, nuestra capacidad de apreciar y valorar lo que sí forma parte de nuestra vida es infinita, tan ilimitada como lo es nuestra imaginación. El reto es acordarnos cada vez que la tostada cae con el lado de la mantequilla hacia arriba. Y hacerlo también cuando no se nos cae de la mano. E incluso apreciar y valorar el hecho de podernos comer una tostada siempre que queramos. Sin duda alguna, cultivar esta actitud –que sólo depende de nosotros– puede volvernos inmensamente ricos y prósperos.

¿Tú confías en que este cambio de paradigma, del cual dices es poco representativo actualmente en la sociedad, se haga efectivo?

Cuando me pongo a pensar en cómo es la sociedad, cómo funcionan la mayoría de personas y cómo es lo que estamos creando entre todos, personalmente ahí mi optimismo, mi energía y mi entusiasmo pierden fuerza, ¿por qué? Porque el cambio de lo externo forma parte del denominado “círculo de preocupación”: es decir, todo aquello que no depende de mí cambiar, pues son procesos externos cuyo cambio y transformación dependen de muchos otros factores que escapan a mi influencia personal. Yo lo que hago es centrarme en aquello que sí que depende de mí: pongo mi mente, mi corazón, mi energía y mi entusiasmo en mi círculo de influencia: en aquello que sí depende de mí hacer y cambiar. En este sentido, he creado un master en Desarrollo Personal y Liderazgo de la UB; he montado la consultora Koerentia, especializada en aprendizaje organizacional; he creado la fundación La Akademia, desde donde promovemos gratuitamente el autoconocimiento y la responsabilidad personal entre los jóvenes; escribo artículos y libros que invitan a cuestionar nuestra manera de pensar… La pregunta que lanzo desde aquí a cualquier ciudadano indignado con la sociedad y el sistema del que todos participamos es ¿Qué puedo hacer yo para cambiar aquello de lo que me quejo? Principalmente porque la sociedad, el sistema, las empresas, los políticos, etc son un fiel reflejo de cómo pensamos y nos comportamos la mayoría de nosotros. Tanto es así, que la verdadera revolución del siglo XXI es, en mi opinión, reflexionar y cambiar nuestra manera de ganar y de gastar dinero, y no ir a la plaza del ayuntamiento a quejarse con un megáfono y una pancarta. Atreviéndonos a ser el cambio que queremos ver en el mundo, nos inspiraremos unos a otros a seguir creciendo y evolucionando interiormente, lo que a su debido tiempo irá moldeando nuestra realidad exterior. Se trata de una ley eterna e inmutable: el cambio del sistema es el resultado del cambio de mentalidad de la mayoría de personas que formamos parte del sistema.

A través de las páginas de tu libro animas al lector a descubrir cuál es el propósito de su vida, su misión ¿les confesarías a los lectores de Crearte Magazine cuál es la tuya?

Me gustaría empezar diciendo que dentro del mundo del crecimiento personal hay muchas personas que su principal fuente de conflicto, malestar y perturbación es que no han encontrado su propósito en la vida. Paradojas del camino. El descubrir tu propósito en el camino surge como consecuencia natural de tu proceso de autoconocimiento, surge como consecuencia natural de aprender a ser feliz por ti mismo, de desarrollar tu paz interior, de cultivar el amor para contigo mismo y con los demás. En la medida en la que aprendemos a trascender a nuestro ego, reconectando con nuestra verdadera esencia, con nuestro potencial, esta transformación interna empieza a afectar a la calidad de mis pensamientos, a mi forma de ver la vida, y de forma natural uno empieza a vislumbrar el tipo de facultades, de talentos, de fortalezas que tiene y se da cuenta de cómo esto podría ponerlo al servicio de los demás en forma de vocación, de profesión útil. El obstáculo es que muchas personas están buscando desde la mente lo que quieren hacer con su vida cuando resulta que esto no es una elección racional, es un sentir, es algo vocacional, y por supuesto que puedes tomar decisiones, pero las tomas siendo coherente con eso que has descubierto que eres. Alinearte con tu verdadera vocación, con el propósito de tu existencia, no se logra a base de voluntad, sino que fluye de manera natural cuando verdaderamente te conoces a ti mismo. En mi caso personal, he descubierto que mi propósito es democratizar la sabiduría, emprendiendo proyectos que inspiren y promuevan que las personas se comprometan consigo mismas, cultivando su propia sabiduría. Lo cierto es que toda esta información que estoy compartiendo contigo no me la inventado yo. Foma parte de la denominada “Filosofía Perenne”, una sabiduría que se viene trasmitiendo desde que existe la humanidad a través de una serie de sabios, filósofos, rebeldes, que cuestionaron el estatus quo de su tiempo, que fueron más allá de las creencias y del condicionamiento predominante de su época, que entraron a raíz de una crisis existencial en un proceso de autoconocimiento, conectando con esas verdades que están dentro del ser humano, y dedicando sus vidas a compartirlas con otros buscadores. Estamos hablando de Sócrates, Lao-Tsé, Jesús de Nazaret, Buda… Y más recientemente, de Jiddu Krishnamurti, Osho, Antony de Mello, Gerardo Schmedling, Antonio Blay, Raimon Panikkar, Eckhart Tolle… y tantos otros que simplemente han ido experimentando por sí mismos, poniendo palabras cada vez más accesibles para que este conocimiento pueda ser convertido en sabiduría por cada vez más seres humanos. No se me ocurre nada más maravilloso que ser y hacer lo que estoy siendo y haciendo en estos momentos. Doy gracias cada día a la vida por haberme permitido descubrir mi propio camino.

Volviendo a la reeducación hacia el agradecimiento, en la sociedad actual y, a nivel orientativo, ¿te atreverías a ponerle un % a la gente que se queja cuando el agua de la ducha sale fría y a la que agradece el hecho de que salga caliente?

Sinceramente, no lo sé. Lo que sí me atrevo es a afirmar que es un milagro encontrar a una persona que mientras se está duchando se está duchando de verdad. La gran mayoría de nosotros mientras nos estamos duchando estamos pensando en la reunión que tendremos después, en lo que pasó ayer... no estamos apreciando ni valorando ese gran momento que podemos vivir cada día que es el ducharnos con agua a presión calentita. Y mucho más ahora, en pleno invierno… Hay tenemos una gran oportunidad para practicar la atención plena: estar en el lugar donde estamos, disfrutando de las pequeñas cosas que nos ofrece cada momento. La invitación es a ducharte mientras te estás duchando, caminar por la calle mientras estás caminando, conducir mientras estás conduciendo... Es algo tan obvio que muchos terminamos obviándolo, viviendo entre el pasado y el futuro, perdiéndonos constantemente los regalos que la vida reserva para quienes aprenden a vivir plenamente el momento presente.

Defines por contraposición algunos conceptos, ¿puedo pedirte que describas lo que es la felicidad, la paz interior y el amor con tus propias palabras?

Por supuesto. Para ello, comentar que mi gran referente en esta vida se llama Gerardo Schmedling, un sabio cuyo legado consistió en promover la espiritualidad desde un enfoque escéptico y científico. De hecho, él solía preguntar a sus discípulos: “¿cómo podemos saber que estamos evolucionando como seres humanos?” Pues a través de una serie de indicadores intangibles y posmaterialistas, que sirven precisamente para verificar que realmente estamos aprendiendo de los procesos que forman parte de nuestra vida, sean los que sean. El primer indicador es la felicidad, felicidad entendida como 0% sufrimiento. No hay nada en la realidad que sea la causa de nuestro sufrimiento; las cosas pasan, hay situaciones adversas, hay personas conflictivas, pero en última instancia cada uno de nosotros se perturba a sí mismo, mejor dicho, es nuestro ego, que reacciona de forma ignorante y egocéntrica y te tomas un chupito de cianuro que te destruye. Nadie nunca te ha hecho daño, sólo tú te has hecho daño a ti mismo. Cuando uno comprende que su sufrimiento sólo depende en última instancia de su forma de ver la realidad y los pensamientos que tiene, comprende que tú eres la única causa de tu sufrimiento y tu felicidad. Podemos concluir, de forma “científica”, que cuanto mayor es tu comprensión, cuanto mayor es tu autoconocimiento, cuanto mayor es tu sabiduría, cuanto mejor sabes gestionar emocionalmente las cosas que te pasan, menos va a ser tu nivel de sufrimiento y mayor va a ser tu grado de felicidad. El sufrimiento y la insatisfacción son el alimento de nuestro ego. Y las características principales de éste son el egocentrismo, el victimismo y la reactividad. Así, vivir desde el ego consiste en pretender que la realidad se adapte permanentemente a nuestros deseos, necesidades, aspiraciones y expectativas. Y en paralelo, reaccionar mecánicamente e impulsivamente cuando las cosas no benefician o creo que me perjudican. Al ser esclavos de nuestras reacciones emocionales, somos esclavos de nuestras circunstancias. Por eso la gente suele adoptar el rol de víctima, queriendo que cambie lo externo, que cambien los demás, que cambien los políticos, que cambien las empresas… Y tiene todo el sentido: como yo no sé ni quiero cambiarme a mí mismo y sufro porque no sé como gestionar emocionalmente los procesos externos, quiero que cambie lo externo para dejar de sufrir… El siguiente indicador es la paz interior: cuando más paz interior tengo menos reactivo soy porque más consciente soy, más atento estoy, más vigilante, más observador: pasan las cosas, pero al estar presente, atento y consciente, soy capaz de elegir mi actitud y mi respuesta frente a las circunstancias. Así es como aprendo a aceptar lo que me sucede, dejando de reaccionar y, en consecuencia, de tomarme más chupitos de cianuro. Y no sólo eso. Al ser dueño de mí mismo, de mis pensamientos, de mis actos y comportamientos, empiezo a cultivar el tercer indicador: el amor. Es decir, el dar lo mejor de mí mismo frente a cualquier persona y situación, desapareciendo así la lucha y el conflicto de mi vida. Este amor hay que entenderlo como “agape” que decían los griegos, es decir, como aceptación, respeto, compresión, empatía, compasión… Una serie de conductas y actitudes que me permiten convertirme en la mejor versión de mí mismo. Dejo de perturbarme y empiezo a contribuir con mi granito de arena a ser cómplice de los procesos evolutivos de los demás. Ahí es cuando nace la vocación de servicio.

En el libro nos hablas de la necesidad de trabajar nuestra capacidad de amar para dejar de vivir “rotos por dentro”, sin autoestima y poder ser menos influenciables y más nosotros mismos. ¿Qué crees que podemos hacer para educarnos emocionalmente?

Para mí hay un concepto clave que es la “emancipación emocional”. Basamos nuestra autoestima en la percepción que tienen los demás de nosotros. Esto es un error de base que tiene que ver con una noción equivocada de nosotros mismos. Para emanciparte de lo que piensen los demás fíjate en tus perturbaciones, en tus conflictos, en lo que crees que te hace sufrir… Frente a cualquier perturbación, deja de señalar hacia fuera y de culpar a los demás, y simplemente observa dentro de ti mismo. ¿Por qué me perturbo? ¿Qué puedo aprender de mí mismo para dejar de perturbarme? La respuesta a estas preguntas señala a la causa de la perturbación: nuestra autoestima, nuestra manera de vernos y de valorarnos. Todo aquello que queremos que los demás nos den, nos reconozcan, nos valoren es precisamente lo que no nos estamos dando, reconociendo y valorando por nosotros mismos. Emanciparse emocionalmente quiere decir aprender a ser feliz por mí mismo, sin necesitar ni depender de la aprobación, del cariño y de la estima de los demás. Esta es sin duda una de las cualidades sobre la que se asienta la verdadera madurez emocional. Hay una rase maravillosa que refleja esto: “No hay amor suficiente en este mundo para llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma”. Es una ilusión creer que seré feliz cuando los demás me quieran porque nunca vamos a tener suficiente de aquello que en realidad no necesitamos. Lo que sí necesitamos es conocernos, comprendernos, aceptarnos y amarnos por el ser humano que somos, con nuestras luces y sombras. Y esto que es muy fácil de decir, da para un proceso de aprendizaje. En esencia, se trata de conquistar nuestro diálogo interno: la manera en la que nos hablamos y comunicamos con nosotros mismos. Es fundamental empezar a darnos esos mensajes que me gustaría que los demás me dieran, la autoestima es como un recipiente que se va llenando gota a gota cada vez que te tratas con cariño, que te valoras, que te quieres.

¿Qué es lo primero que uno se encuentra cuando comienza el camino del autoconocimiento?

Por mi propia experiencia, lo primero con lo que te encuentras es con tu ego, con tu personalidad, con tu instinto de supervivencia emocional. Es decir, con la máscara que has construido a base de creencias, valores y aspiraciones de segunda mano, prefabricados. Y como no, con tus miedos, carencias, miserias, frustraciones, inseguridades, complejos, etc… Poco a poco vamos haciendo más consciente este falso concepto de identidad, el personaje que hemos construido desde que nacimos para adaptarnos y ser considerados miembros normales del grupo social al que pertenecemos. En segundo lugar y como consecuencia, conectamos con el dolor que hemos ido acumulando a lo largo de la vida. Es decir, con los residuos generados por los chupitos, o mejor dicho, las botellas de cianuro que nos hemos ido tomando cada vez que hemos reaccionado y entrado en conflicto con la realidad… Este dolor emocional se percibe como una sensación incómoda y desagradable en nuestro interior. Hoy en día se la conoce como “vacío existencial”, que no es más que una cortina de humo que nos separa de nuestra verdadera esencia, más allá del ego o falso concepto de identidad. Lo cierto es que en Occidente cuando hablas de vacío se le da el enfoque negativo; en oriente se le da el positivo: la visión del vacío como punto de partida para empezar a reconectar con lo verdaderamente sagrado, profundo y real que hay en ti: la esencia o yo verdadero. Nacemos con una semilla, ahí dentro está todo nuestro potencial. Sin embargo, está queda sepultada por el ego, que nos protege mientras no somos capaces de vivir conscientemente. Una vez topamos con el sufrimiento que nos genera la ignorancia y la inconsciencia, iniciamos un camino de autoconocimiento, aprendizaje y transformación, por medio del que podemos convertirnos en el ser humano que hemos venido a ser: en la mejor versión de nosotros mismos, ofreciendo ese aroma, ese fruto, ese talento, ese valor al servicio de la vida de los demás. En mi caso personal, reconozco que conocer y trabajar la herramienta del Eneagrama de la personalidad marcó un importante punto de inflexión en mi vida.

¿Qué es el eneagrama? ¿Hasta qué punto es fiable o demostrable su fiabilidad?

Eneagrama significa “nueve líneas” en griego. Se trata de una herramienta de autoconocimiento que describe nueve tipos de personalidad, nueve modelos mentales, nueve esqueletos psicológicos. Hemos nacido en una sociedad, hemos recibido un condicionamiento socio-cultural, unas creencias, unos valores, unas prioridades, unas aspiraciones, una determinada influencia política, religiosa, económica, profesional, una serie de creencias familiares, una influencia de los padres, es decir, todo un condicionamiento externo que es muy determinante para entender la parte más superficial de nosotros mismos. Pero luego lo que determina cómo somos es nuestro modelo mental. Por eso nuestros hermanos, a pesar de este mismo condicionamiento, tienen su propia personalidad, diferente de la nuestra. Cada uno de nosotros hemos procesado y digerido todos los estímulos externos de forma subjetiva, a través de nuestro particular modelo mental. A partir de ahí, el Eneagtrama describe a grandes rasgos, a modo de orientación y referencia, cómo son estos nueve modelos mentales, tanto desde la perspectiva del ego como de la esencia, es decir, de la luz y la oscuridad que cohabitan dentro de cada uno de nosotros. A mí personalmente me ha ayudado muchísimo a comprender por qué soy como soy, a hacer más conscientes mis miedos, mis carencias, mis conflictos internos y, sobretodo, a saber cómo gestionarlos para trascenderlos, entrenando así una serie de cualidades y fortalezas innatas. A día de hoy la vida me ha regalado la posibilidad de compartir esta herramienta con más de 1.500 personas, pudiendo comprobar y verificar el impacto tan constructivo que tiene sobre la vida de otros seres humanos. Sin duda alguna, es un excelente punto de partida para conocerse a uno mismo. Eso sí, sin creerse nada…

A modo de conclusión, ¿nos darías algunas claves, a nivel práctico, para convertir todas estas palabras en sabiduría?

En mi caso personal, al empezar a darme cuenta de todo esto que ahora me dedico a compartir con otros, comencé a ponerlo en práctica para con mi familia. Es decir, con mis padres y mis hermanos. En su día mis relaciones familiares estaban marcadas por el odio, la lucha, el rencor, el conflicto, el sufrimiento. Me victimizaba, reaccionando constantemente y envenenando mi corazón con cianuro a través de pensamientos egocéntricos… En cambio, tras unos cuantos años de entrenamiento y aprendizaje, y al cambiar mi manera de ver lo que me había sucedido, entrenando el músculo de la responsabilidad, puedo decir que la relación que mantengo con mis padres y hermanos es maravillosa desde todos los puntos de vista. Miro hacia atrás y solo siento agradecimiento. En este sentido, para mí lo más sagrado de este viaje es haber podido reconstruir mi relación con todos ellos, reconstruyendo la relación que mantengo conmigo mismo. Principalmente porque no me cabe la menor duda de que esto ha posibilitado que hoy en día pueda compartir mi vida junto con una mujer maravillosa… Dicho esto, si algo de lo que he comentado a lo largo de esta entrevista tiene sentido para alguien, le invito a que verifique, en primer lugar, qué resultados emocionales está obteniendo a día de hoy con su padre, con su madre, con sus hermanos, con su pareja y con sus hijos. No importa si están vivos o muertos. La relación que mantenga con ellos es un fiel reflejo de la relación que mantiene consigo mismo. Este es el inicio del viaje, del camino. Y es que lo mejor que podemos hacer por la humanidad es ser felices por nosotros mismos, compartiendo nuestra felicidad con las personas que nos cruzamos en nuestro camino. Todo lo demás vendrá por añadidura.

Un verano en la adolescencia


Antes de todo saludaros queridos lectores, de nuevo nos encontramos en el segundo número de Crearte Magazine y no puedo empezar mi artículo sin unas palabras de agradecimiento para la primera asociación española de Coaching Familiar Aecofam, son todo un referente y pioneras en España de coaching familiar. Quiero dar las gracias especialmente a Rocío Gómez Sanabria (Refuerzos Positivos) por su generosidad y comprensión. Para mí la definición de Aecofam de coaching familiar fue especialmente inspiradora por lo que, aparte de incluirla ya en mi primer artículo, quiero dedicar estas líneas a este humilde agradecimiento.

Reflexionaba este verano sobre el paso del tiempo y las diferentes generaciones, veranear siempre en el mismo lugar te da la oportunidad de observar el transcurso de los años en las vidas de la gente que comparten, quieran o no, tu paisaje de vida. Observaba a un grupo de adolescentes en el chupinazo de las fiestas del pueblo -no sin cierta nostalgia, tal vez envidia sana-, o el recuerdo de que aquello que sentían esos jóvenes, esos latidos del verano que retumban en el alma, un día lo sentí yo igual… ¿Igual? Esa es la pregunta, ¿20 años después todo es igual a una misma edad? ¿Para todos? ¿Qué es lo que hacía que no pudiera dejar de observar la energía que movían esos chavales?
Unos días más tarde supe que sí, que hay cosas que siguen siendo igual para todos. Todos pasamos por el difícil y divertido camino de la adolescencia a la juventud. Amor de verano, primer amor, primeras experiencias sociales, sexuales, etc. Seguramente esas chicas habían estado todo el día emocionadas pensando que ya había llegado por fin el gran día, salir a la calle y lucir ese vestido que habían escogido, que iban a estrenar el primer día de las fiestas ¿y ellos? Ellos igual, de otra forma pero igual: ese llegar una hora más tarde del horario establecido del verano, la primera vez que van a tener oportunidad de bailar con ella, últimos retoques delante del espejo para ultimar el peinado de moda, perfumados hasta las orejas y preparados para comerse al mundo o lo que el mundo les deje.
¿Hay diferencia os preguntaréis? Las hay, y las siguientes preguntas las pondrán en relieve:

¿Creen ellos que están haciendo algo malo o creen que tan solo se están divirtiendo?
¿Cuántos de nosotros llegábamos a casa escondiendo, o peor, mintiendo sobre lo que habíamos hecho?
¿Cuántas opciones teníamos entonces de contar a nuestra madre o padre que veníamos de estar un rato besándonos con el chico más guapo del mundo por el que estabas coladita?
¿Y ellos? ¿Cuántos de vosotros podíais mostraros sensibles y enamorados delante de vuestro padre?
¿Qué consecuencias nos ha dejado ahora como adultos, toda esa prohibición que marcaba la tónica de nuestra generación?
¿Cómo nos deja esa vivencia ahora delante de nuestros hijos?
¿En qué nos afecta? ¿Les damos más libertad? ¿Les damos menos? ¿O tan sólo miramos hacia otro lado sin saber muy bien qué hacer?

Os propongo una dinámica sencilla de hacer pero no fácil de responder. El coaching aplicado a su desempeño se basa en:

-Contexto: Tomamos conciencia y responsabilidad del asunto que nos lleva.
-Habilidad: Preguntas efectivas, potentes que nos revelan una atención activa.
-Secuencia: Meta, el hecho de llegar al objetivo marcado.

Merece la pena que le dediquéis un tiempo a responder a las preguntas propuestas, podéis hacerlo en solitario, con vuestra pareja o con vuestro hijo adolescente, siempre resulta interesante escuchar y observar diferentes puntos de vista.
Es importante que las respuestas a las preguntas se fijen en lo que SÍ queremos, ponderando así las respuestas afirmativas.

Dinámica:

Mi adolescencia. Su adolescencia:

1-¿Cuál es mi visión de la adolescencia?
2-¿Qué creencias tengo sobre la adolescencia?
3-¿Esas creencias son potenciadoras o por el contrario restan?
4-Imagina que dispones de una barita mágica, ¿Cómo te habría gustado que fuese tu adolescencia?
5- Hazle a tu hijo la misma pregunta, ¿Hay coincidencias? ¿Diferencias? Estudia bien las respuestas, te ayudaran a tener herramientas para desarrollar una conversación con tu hijo adolescente.
6-¿Cómo me gustaría que mi hijo recordarse su adolescencia?
7-¿Qué podría hacer yo, para que eso fuera así? ¿Qué estoy dispuesto hacer?
8-Ahora que has definido lo que puedes aportar a la adolescencia de tu hijo, pregúntate: ¿Es un objetivo real, asumible?, ¿tengo alguna resistencia personal que me impida llegar a mi objetivo marcado?
9- ¿Le has expresado a tu hijo, todas estas inquietudes?
10- Apunta en una hoja tus respuestas y reflexiona sobre ellas. Tus propias respuestas
Te ayudaran a perfilar una hoja de ruta por donde continuar el aprendizaje de empatizar
con tu hijo adolescente.

Espero que el uso de las preguntas efectivas, en lugar de instrucciones u órdenes, os ayude a elevar vuestra conciencia y responsabilidad. Como cualquier nueva habilidad, actitud o estilo, la metodología del coaching requiere compromiso, práctica y algún tiempo hasta que fluya con naturalidad y eficacia.

Es una nueva manera de ver a las personas, desde una perspectiva más optimista. Con esta visión más positiva de nosotros y nuestros hijos me despido, os deseo un muy feliz y positivo año nuevo. Un fuerte abrazo.

Ester Fernández
esterfernandez@creartemagazine.com

La magia del coaching en la Formación

La formación es un proceso que todas las personas necesitamos para desarrollarnos como buenos profesionales.Llevo muchos años formando y desde que el coaching entró en mi vida, todas las formaciones que imparto se han convertido en mágicas.
El objetivo de un formador eficaz es transmitir conocimientos, desarrollar habilidades o cambiar actitudes, pero para que esto sea posible es absolutamente necesario que los participantes en una acción formativa sean conscientes de que realmente necesitan ampliar sus conocimientos, desarrollar sus habilidades o cambiar sus actitudes y esto se logra a través de la aplicación del coaching en el aula.

En la actualidad, cada acción formativa que yo desarrollo comienza con un viaje extraordinario hacia el “yo” y es apasionante comprobar como a través de las creencias propias que por ejemplo, un líder puede tener, encuentra las relativas a los miembros de su equipo que le potencian o le limitan en esa función de liderazgo. Es fascinante sentir las emociones que fluyen por el aula y cómo cada asistente es consciente de ellas comprendiendo que es necesario gestionarlas para que no sean un freno en su desarrollo.
Conocerse mejor a uno mismo, es imprescindible para conseguir retos tanto personales como profesionales. Ser conscientes de los puntos fuertes y de las áreas de mejora de uno mismo es el primer paso para ser capaces de observar y percibir los puntos fuertes y las áreas de mejora de las personas sobre los que una persona tiene responsabilidad.

Aprender a preguntarse a uno mismo sin sentirse culpable es imprescindible para saber preguntar al otro, sin juzgar. Lograr entusiasmarse con lo que uno hace es una premisa para entusiasmar. Conseguir validarse uno mismo es necesario para poder validar y reforzar a los demás.
La verdad es que es muy gratificante percibir como a través del coaching los asistentes son más conscientes de sus pensamientos, de sus creencias, de sus valores, de sus emociones y por lo tanto de sus comportamientos y que si algo se desea cambiar se puede lograr estableciendo unos planes de acción para lograrlo.
En los momentos actuales tan difíciles que estamos viviendo, en los que la desmotivación y el miedo está presente en la mayoría de las personas (y por lo tanto también se hacen patentes en el aula), a través del coaching se consigue aprender a trabajar los pensamientos negativos para transformarlos en positivos y dar paso a acciones concretas que permitan avanzar.

Cuando termino una acción formativa siempre solicito que los asistentes hagan un plan de acción que incluya tres aspectos:
  • Un pequeño cambio: ¿Cómo lo vas a lograr? ¿En cuanto tiempo? ¿Cómo puedes saber que lo has logrado?
  • Algo que potenciar: ¿Cómo lo voy a conseguir? ¿En cuánto tiempo? ¿Cómo voy a saber que lo he potenciado?
  • Qué mantener: ¿Cómo sé que lo estoy manteniendo

Y es en ese momento, cuando escucho atentamente dichos planes, cuando me siento altamente satisfecha, porque es donde compruebo que los asistentes han comprendido algo muy importante: que ellos son los únicos protagonistas de su vida y que pueden modificar aquello que no les gusta, si es que así lo desean.

El coaching produce por tanto un efecto mágico en los asistentes:
  • Desencadena el proceso de aprendizaje, al tomar consciencia de las propias creencias, de las propias emociones y de los propios comportamientos, lo que les otorga la capacidad de decidir si es preciso cambiarlos
Un clásico cuento Zen sobre el aprendizaje nos narra lo siguiente:


"Había una vez un hombre erudito que se jactaba de sus conocimientos y deseaba reafirmar su posición a través de la adquisición de nuevos aprendizajes. En su región vivía un excelente maestro y el hombre decidió visitarle para pedirle que le aceptara como estudiante.

Una vez llegado a la morada del maestro, el hombre se sentó en la humilde sala de espera y miró alrededor con una clara —aunque para él imperceptible— actitud de superioridad. La habitación estaba casi vacía y los pocos ornamentos sólo enviaban mensajes de armonía y paz. El lujo y toda ostentación estaban manifiestamente ausentes.
Cuando el maestro pudo recibirle y tras las presentaciones debidas, el primero le dijo: “permítame invitarle a una taza de té antes de empezar a conversar”. El hombre asintió disconforme. En unos minutos el té estaba listo.
Sosegadamente, el maestro sacó las tazas y las colocó en la mesa con movimientos rápidos y ligeros al cabo de los que empezó a verter la bebida en la taza del huésped. La taza se llenó rápidamente, pero el maestro sin perder su amable y cortés actitud, siguió vertiendo el té. El líquido rebosó derramándose por la mesa y el profesor, que por entonces ya había sobrepasado el límite de su paciencia, estalló airadamente tronando así: “¡Necio! ¿Acaso no ves que la taza está llena y que no cabe nada más en ella?”. Sin perder su ademán, el maestro así contestó: “Por supuesto que lo veo, y de la misma manera veo que no puedo enseñarte el Zen. Tu mente ya está también llena”.


Mercedes Melgar
mmelgar@solveconsultoria.com
mmelgar@trainer-coaching.com

Ocúpate


Las palabras de este artículo van dirigidas a todas aquéllas personas que actualmente están en el paro, unas líneas que tratan de orientarte para que seas consciente de cómo estás viviendo el presente y cómo quieres encarar el futuro, no sólo para facilitar tu búsqueda de trabajo, sino también para que esta etapa de tu vida sea una experiencia enriquecedora de autoconocimiento y crecimiento personal. Si éste no es tu caso, te invito a que tomes nota para apoyar a aquella persona de tu círculo personal que tal vez lo necesite; existe una pequeña gran diferencia entre encarar esta situación sólo o de la mano de alguien.

Reflexión, Objetivos y Acción. Éstas son las 3 palabras claves para encarar esta difícil situación, los pasos necesarios que te ayudarán a dibujar tu nuevo futuro profesional porque, si prestas atención y das pequeñas pinceladas en tu actitud, puedo asegurarte que no vivirás el desempleo como una crisis, sino como una oportunidad.
Soy consciente de que la situación económica, familiar y personal de cada persona es única y de diferente magnitud: no es lo mismo ser soltero/a y tener ahorros que, por ejemplo, tener pareja e hijos y cobrar una prestación mínima. Los factores externos -sobretodo el dinero- son problemas contra los que es difícil luchar, pero una arma poderosísima es la capacidad de control y conocimiento que tengas para afrontarlos, de igual forma que una actitud positiva reflejada en tus acciones para superarlos.
Obviamente no todo el mundo lleva el mismo tiempo desempleado, pueden ser días, meses o, en el peor de los casos, años. Existen diferencias tanto a nivel emocional como comportamental dependiendo del tiempo que se lleve sin trabajar. Para que se entienda mejor y podamos sacarle todo el partido a estas líneas identificaremos 3 estados de ánimo que se dan o pueden darse cuando estás desempleado.

El primero de ellos bien podría el estado de incertidumbre, acompañada por sensaciones tales como el nerviosismo, el aburrimiento y, sobretodo, el miedo. Frases del tipo "las paredes de casa se me echan encima" o "el no hacer nada me pone muy nervioso" son un síntoma de que tal vez no hayas reflexionado lo suficiente sobre cuál es tu situación y descubrir de qué recursos dispones para salir de ella. La incertidumbre, el no saber bien bien que ocurre, activa en nuestra mente una serie de mecanismos muy sutiles que actúan como mecanismo de defensa, creando una zona de comodidad donde justificamos nuestros actos, pero que a la larga los acaba condenando al fracaso. Estos mecanismos los podemos llamar creencias limitantes y son las responsables de la pasividad y, sobretodo, de la falta de valor para afrontar tus miedos. Creencias como "no quiero que se enteren que estoy en el paro", "ya soy mayor -o muy joven- y me será imposible encontrar trabajo" o la más limitante de todas, "los culpables de que me haya quedado sin trabajo son la crisis, los bancos o el gobierno". Piensa por un momento qué resultado tienen estos pensamientos. ¿Lo sabes? Yo sí: el estancamiento y, por supuesto, más miedos, el miedo retroalimenta al miedo. Ante la incertidumbre, reflexión sobre ti mismo y tu entorno.

Frases como "he enviado cientos de currículums y siempre me descartan, me rindo...", "me siento inútil", "estoy harto" rondan nuestras mentes continuamente hasta tal punto que se convierten en un círculo vicioso donde la solución cada vez es más difícil de encontrar y la consecuencia de esta dinámica acaba siendo, lógicamente, la resignación. Es cuando vives la resignación cuando empiezas a perder las ganas de buscar trabajo y, porque no decirlo, por casi todo. Notas que todos los esfuerzos invertidos hasta ahora no dan ningún resultado y te preguntas qué es lo que está fallando. Si precisamente no encuentras respuesta a esta cuestión, es porque probablemente te falte un método, una hoja de ruta, en definitiva, unas metas de qué quieres conseguir y qué hacer para lograrlo. Ante la resignación, objetivos claros. ¿Y cómo saber cuáles son tus objetivos? Siendo muy consciente de qué estrategia y qué hábitos limitantes estás siguiendo y, si es necesario, substituirlos por otros.

El último de los sentimientos que puedes experimentar o ya hayas experimentado es la desesperación. La desesperación es ese estado de ánimo donde sólo ves muros, donde tu motivación e incluso autoestima están por los suelos; no consigues empleo, ni siquiera entrevistas de trabajo, has perdido incluso ciertas habilidades físicas o intelectuales necesarias para trabajar y, desgraciadamente, es aquí donde la necesidad económica se posiciona como el problema más grave; cuando las necesidades básicas no están cubiertas, nuestros actos no siguen un rumbo claro. Yo te sugiero que ante la desesperación, acción. ¿Y cómo pasar a la acción? No caer en los errores que te pueden llevar a esta situación, y para ello debes generar alternativas y saber gestionar tus emociones limitantes, aquellos sentimientos y miedos que impiden dar el paso definitivo hacia tu meta.

¿Para qué sirve describir todos estos estados de ánimo? Sirve, precisamente, para no caer en ellos. No sólo se siente desesperación cuando llevas mucho tiempo desempleado, o resignación e incertidumbre, sino que pueden surgir en cualquier momento y para que esto no ocurra es conveniente que se sigan unos pasos, pasos que te recuerdo de nuevo acompañados de preguntas y sugerencias para que empieces a dibujar tu futuro:

REFLEXIÓN
  • ¿En qué situación está mi sector laboral?
  • ¿Qué me piden las empresas?
  • ¿Tengo los conocimientos y competencias necesarias?
  • ¿Cuáles son mis creencias limitantes?
  • ¿Qué oportunidades me ofrece mi entorno para encontrar trabajo?
  • Tómate tu tiempo para descubrir quién eres y qué quieres

OBJETIVOS
  • Establece objetivos claros: ¿qué trabajo quiero conseguir?
  •  Plantéate la reorientación profesional
  • ¿Qué conocimientos y competencias debo adquirir o potenciar?
  •  Substituye esas creencias limitantes por otras potenciadoras
  • Acude a profesionales de la orientación laboral y el crecimiento personal, ellos te acompañarán en todo este proceso y evitarás caer en errores y situaciones antes nombradas

ACCIÓN
  •  Instaura hábitos, disciplina y gestión del tiempo en tu proceso de búsqueda de trabajo
  • Identifica las acciones necesarias para conseguir tu objetivo profesional y llévalas a cabo
  • Fórmate y busca todos los recursos a tu alcance para empezar el cambio que deseas
  • Comparte tu experiencia con otras personas que estén en tu misma situación; es más fácil si estás acompañado
  • Adopta una actitud abierta ante los cambios y hacia situaciones nuevas

La clave está en anticiparte a estas situaciones y, el primer paso, es ser proactivo: reflexiona, identifica tus metas y, algo esencial y necesario, pasa a la acción.
Porque no es lo mismo un "¿Por qué? que un "¿Por qué no?; porque, en definitiva, una posición pasiva y victimista puede hacerte más daño que la situación que vives en si. Porque aquí hablamos de coaching y ya sabes, SI QUIERES, PUEDES.

Jaume Garcia
jaumegarciatora@creartemagazine.com