¿No es una persona íntegra aquella cuya conducta es coherentemente responsable, o responsablemente coherente? ¿Puede
ser lo uno sin lo otro? No me cabe la menor duda que la coherencia es la base
de la responsabilidad; uno no puedo ser responsable si no piensa, siente y
actúa de una manera equilibrada, coherente al fin y al cabo. Y es esta misma
ley que para mí quiero, la que invita a alinear mi eje pensamiento-sentimiento-acción
para poder formular en voz alta y sin remordimientos aquello de “yo
elijo”.
Yo elijo playa ó montaña, blanco ó negro, quejarme (de la crisis, el
sistema, los bancos, la clase política, la reforma laboral…) ó pasar a la
acción, en definitiva, ser parte del problema ó de la solución… Hasta puedo
elegir no elegir, pero sea como sea, siempre yo elijo. Y sin embargo, es mejor
decidir que elegir, pues mientras la primera abre ante mí un abanico de
posibilidades de acción, la segunda encierra mi libre albedrío, reduciéndolo a
esto ó lo otro, a) ó b).
Y ahora, puede que salga a la calle y me den la espalda aquellos
que, rasgándose las vestiduras, no advierten la intención positiva de este
artículo; o puede que me caiga una maceta desde un quinto y quiebre mi cabeza
en dos. En ambas circunstancias, esta vez sí que no lo decido yo.
En clave de coaching:
- La cuestión: ¿Esperas a que pasen las cosas, o haces que las cosas pasen?
- La frase: “En mi casa mando yo, pero mi mujer toma las decisiones”, Woody Allen.
- La película: “La decisión de Anne” (2009) de Nick Cassavetes, con Cameron Díaz.
- El libro (*): “Ecología emocional para el nuevo milenio” (2011), de Mercè Conangla y Jaume Soler.
- La canción: “Esta boca es mía”, de Joaquín Sabina. Álbum “Esta boca es mía” (1994).
José Terrés Molina
Psicólogo y coach