jueves, 22 de septiembre de 2011

Coaching como modelo de intervención social

A lo largo de todos los artículos que has leído en el primer número de Crearte Magazine, seguramente te hagas una pequeña idea de lo que significa y de lo que comporta el concepto de coaching en nuestras vidas, pero para darle una nueva perspectiva a la palabra nos permitiremos el lujo de esbozar algunos conceptos clave para finalmente construir una definición didáctica y conciliarla con la de coaching social.




Concepto de coaching aplicado a lo social

Cuestionamiento, potencial, autoconocimiento, cambio, aprendizaje, responsabilidad, autorrealización. Podríamos decir que el coaching es el arte de provocar en el otro un choque de conciencia sobre cómo es su vida con la intención de iniciar un ejercicio de autorreflexión emocional, creencial y comportamental que implique siempre la búsqueda de potencial interior para encarar el cambio que realmente necesita. El resultado final es una enseñanza vital que sitúa a la persona como la única responsable de su vida y la traslada a un estado óptimo de crecimiento personal.
A simple vista esta definición nos posiciona en un plano personal, una mirada introspectiva. No hay ninguna duda, así es como lo entiende y trabaja el coaching en sus líneas generales y como lo entiende también, en parte, el coaching social.
Pero no nos detengamos aquí. Ahora te invito a que le des un toque más social a los anteriores conceptos, un prisma contextual. ¿Qué te sugeriría? Tal vez que el coaching social es el arte de provocar en el otro un choque de conciencia personal y colectiva de cómo es su vida y realidad social, con la intención de iniciar un ejercicio de autorreflexión emocional, credencial y comportamental que implique siempre la búsqueda de potencial interior para encarar el cambio que necesita su entorno, con el objetivo final de reconducir su vida hacia un equilibrio personal y social.
El resultado es un proceso de aprendizaje que dota a la persona de una enorme capacidad para influir en su vida pero también, y esto es crucial, de la sociedad en la que quiere alcanzar su estado óptimo de crecimiento personal.

El matiz de “lo social” es obvio, esa es la intención. Pero tal vez esta definición no te haya aportado nada nuevo, al fin y al cabo en un proceso de coaching personal se contempla y trabaja con los factores externos que influyen o dificultan el cambio en el cliente. Totalmente de acuerdo. Frente a este hecho es donde el coaching social empieza a “hacer de las suyas” aportando una nueva perspectiva de estudio con el fin de posicionarse –salvando distancias- entre el coaching y la intervención social como un modelo verdaderamente potente.

Fenomenal. ¿Pero entonces cuál es su marca personal? Aunque ahora profundizaremos en ello, en resumen el coaching social cimienta sus principios en la creencia de que el individuo es el principal actor y responsable para acabar con las problemáticas sociales que le rodean.
En el coaching entrarían a formar parte también factores externos del cliente, tales como la familia, los amigos, el trabajo, la pareja, etc. Este argumento es cierto, aunque el coaching personal suele partir de la premisa de que el cliente tiene las necesidades básicas cubiertas y la posición social, cultural y económica en la que se encuentra no le supone una seria amenaza; el público objetivo y el terreno en el que actúa es distinto al del coaching social. El coaching social se ubica e interviene en contextos de desigualdad, con lo cual la trascendencia de los factores sociales o externos es mucho mayor. Entiende que la realidad social es una limitación tan significativa como lo puede ser la emocional o credencial, por ejemplo. A nivel teórico se entiende a la persona como un ser necesariamente social y, por lo tanto, todo lo que pase en su entorno le influirá enormemente.


¿Cómo se integra el coaching en la intervención social?
Pero un momento, ¡en este debate también se ven implicados los técnicos y estudiosos de la intervención social! Ciertamente, y aquí hay un punto a favor en este campo, cada vez se están abriendo más las puertas a introducir ideas muy afines al coaching tales como la inteligencia emocional, la motivación, el liderazgo, las habilidades comunicativas, la empatía… aunque muchas de ellas se quedan en meros talleres dirigidos a los colectivos implicados. En este aspecto es donde el coaching social aporta el punto innovador y distintivo, y es que va más allá de intervenir a nivel grupal (coaching grupal); la clave está en las sesiones individuales, en sacar lo mejor de cada uno para el bienestar de todos los demás: el cambio individual lleva inevitablemente al desarrollo social. El objetivo es integrar la filosofía del coaching en este tipo de intervenciones. Por suerte ya existen algunos expertos -como es el caso de Silvina Monteros, investigadora social y partidaria de un modelo de intervención orientado a potenciar las capacidades y la libertad de las personas- que apuestan por estos preceptos, pero siguen siendo pequeñas iniciativas ya enmarcadas dentro de proyectos e intervenciones sociales diseñados desde otro marco teórico. La investigación, acción-participativa, sería, tal vez, el modelo que más se acerca a las intenciones del coaching social, aunque en mayor o menor medida no dejan de ser intervenciones directivas dónde los expertos siguen teniendo protagonismo, actitud de la que se desprendería el coaching social, precisamente porque entiende que la persona es la única capaz de decidir su destino y motivar su cambio, por lo que el ritmo y acciones las marca ella.

Recapitulemos. Hasta ahora hemos visto como el coaching social se presenta, por un lado, como una disciplina nacida del coaching y que comparte con éste la creencia en el potencial del ser humano como agente de cambio individual y, en última instancia, de cambio social. Por otro lado, pretende integrar estos valores y fundamentos dentro de las disciplinas de la intervención social, no solamente como metodología y técnica, sino a nivel teórico y estructural, teniendo en cuenta siempre la dimensión social.

En definitiva, el coaching social tiene como misión potenciar la libertad y autonomía del ser humano trabajando a nivel individual e integrando en este proceso la comprensión de la realidad social de la persona, para que después este cambio se expanda a nivel colectivo y acabe, de una vez por todas, con las desigualdades.

¿En qué colectivos o desigualdades sociales centra sus esfuerzos?
Al igual que lo hace la intervención social, el coaching social fija como beneficiarios a todas las personas que se vean afectadas por un contexto socioeconómico hostil y que les impida la autorrealización y libertad individual y grupal. Entre ellos se encontrarían, por ejemplo: los inmigrantes, las mujeres en situación de desigualdad de género, culturas minoritarias, personas con problemas económicos graves discapacitados/as, personas con drogodependencia, colectivos en riesgo de exclusión social, etc.

En los siguientes números de Crearte Magazine iremos perfilando en profundidad líneas de actuación del coaching social.

Jaume García
jaumegarciatora@creartemagazine.com

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